martes, 29 de marzo de 2011

Tiempo

Siempre hay un tiempo para marchar aunque no haya sitio a donde ir.



Tennessee Williams

miércoles, 23 de marzo de 2011

Puesta de luna


Siguiendo tu luz como un lobo ,como un nómada solitario  cazador de imágenes ,  encontré la mía .
Tú luz , mi luz , y de fondo , el Mar ...
Sarah Gibrán

lunes, 21 de marzo de 2011

Influencia



GRAN ACADEMIA DE LAGADO: ARBITRISTAS DE ESTUDIOS ESPECULATIVOS


El primer profesor que vi estaba en una habitación muy grande rodeado por cuarenta alumnos. Después de cambiar saludos, como observase que yo consideraba con atención un tablero que ocupaba la mayor parte del largo y del ancho de la habitación, dijo que quizá me asombrase de verle entregado a un proyecto para hacer progresar el conocimiento especulativo por medio de operaciones prácticas y mecánicas; pero pronto comprendería el mundo su utilidad, y se alababa de que pensamiento más elevado y noble jamás había nacido en cabeza humana. Todos sabemos cuán laborioso es el método corriente para llegar a poseer artes y ciencias; pues bien: gracias a su invento, la persona más ignorante, por un precio módico y con un pequeño trabajo corporal, puede escribir libros de filosofía, poesía, política, leyes, matemáticas y teología, sin que para nada necesite el auxilio del talento ni del estudio.
Me llevó luego al tablero, que rodeaban por todas partes los alumnos formando filas. Tenía veinte pies en cuadro y estaba colocado en medio de la habitación. La superficie estaba constituida por varios trozos de madera del tamaño de un dedo próximamente, aunque algo mayores unos que otros. Todos estaban ensartados juntos en alambres delgados. Estos trozos de madera estaban por todos lados cubiertos de papel pegado a ellos; y sobre estos papeles aparecían escritas todas las palabras del idioma en sus varios modos, tiempos y declinaciones, pero sin orden ninguno. Díjome el profesor que atendiese, porque iba a enseñarme el funcionamiento de su aparato. Los discípulos, a una orden suya, echaron mano a unos mangos de hierro que había alrededor del borde del tablero, en número de cuarenta, y, dándoles una vuelta rápida, toda la disposición de las palabras quedó cambiada totalmente. Mandó luego a treinta y seis de los muchachos que leyesen despacio las diversas líneas tales como habían quedado en el tablero, y cuando encontraban tres o cuatro palabras juntas que podían formar parte de una sentencia las dictaban a los cuatro restantes, que servían de escribientes. Repitiese el trabajo tres veces o cuatro, y cada una, en virtud de la disposición de la máquina, las palabras se mudaban a otro sitio al dar vuelta los cuadrados de madera.

Durante seis horas diarias se dedicaban los jóvenes estudiantes a esta tarea, y el profesor me mostró varios volúmenes en gran folio, ya reunidos en sentencias cortadas, que pensaba enlazar, para, sacándola de ellas, ofrecer al mundo una obra completa de todas las ciencias y artes, la cual podría mejorarse y facilitarse en gran modo con que el público crease un fondo para construir y utilizar quinientos de aquellos tableros en Lagado, obligando a los directores a contribuir a la obra común con sus colecciones respectivas.

Me aseguró que había dedicado a este invento toda su inteligencia desde su juventud, y que había agotado el vocabulario completo en su tablero y hecho un serio cálculo de la proporción general que en los libros existe entre el número de artículos, nombres, verbos y demás partes de la oración. Expresé mi más humilde reconocimiento a aquella ilustre persona por haberse mostrado de tal modo comunicativa y le prometí que si alguna vez tenía la dicha de regresar a mi país le haría la justicia de proclamarle único inventor de aquel aparato maravilloso, cuya forma y combinación le rogué que delinease en un papel, Y aparecen en la figura de esta página. Le dije que, aunque en Europa los sabios tenían la costumbre de robarse los inventos unos a otros, y de este modo lograban cuando menos la ventaja de que se discutiese cuál era el verdadero autor, tomaría yo tales precauciones, que él solo disfrutase el honor íntegro, sin que viniera a mermárselo ningún rival.

Los viajes de Gulliver, Jonathan Swift

viernes, 11 de marzo de 2011

jueves, 10 de marzo de 2011

INSTANTES


INSTANTES.











Un instante de deseo y apasionamiento provocó la unión entre los dos, ¿amor también? puede que si lo hubiera, no lo se, aquello fue hace mucho tiempo y ellos no me llamaban la atención pues yo estaba absorto en el después.


Ojalá lo hubiese, seria muy hermoso, el amor siempre lo es y mas cuando produce vida..., pero esto es otra historia.






De aquella unión surgió una nueva vida en el pequeñísimo instante que necesitó una microscópica célula para fecundar a otra que se encontró casi por azar.






Vida.






De la unión entre dos seres autónomos, independientes. Hasta podrían ser dos desconocidos que cruzaron sus caminos por un pequeño instante para no volver a verse jamás.






Pero el proceso de la creación había comenzado. Una célula encontró a la otra y penetró en su interior para unidas ambas iniciar un milagro. Había nacido un ser.


Eras tu mismo.


Era yo.


Era tu hijo.


Era...


Será...


Fue…






Observa, venimos de un pequeño instante.


Sin embargo de ese minúsculo espacio de tiempo surgimos, nacemos, crecemos. Nos vamos convirtiendo segundo a segundo, instante a instante en lo que somos, nuevos seres autónomos e independientes capaces incluso de emular a nuestros creadores creando a nuestra vez.






Hoy podemos llegar a vivir "largos" años, doblamos la expectativa de vida de nuestros ancestros, 80 años, 90, 100. ¿Te parece mucho tiempo? Tomate un momento y rememora tu vida. Solo han sido instantes, fracciones de segundo.


El momento de tu nacimiento, por largo que fuese el parto, tu venida al mundo, esa primera inspiración de oxigeno fuera de la protección del vientre de tu madre fue un solo instante.


El final de tu carrera de estudiante, por más años que durasen tus estudios se redujo al instante de obtener ese preciado titulo.


Cuando te enamoraste, fue un solo instante el que necesitaste para sentirlo dentro de ti. Cuando perdiste a alguien, hubo un instante que marcó esa pérdida, pudo ser al recibir la noticia, al oír su ultima expiración o quizá días después, pero solo fue un pequeño instante.






Toda nuestra vida no es más que un pequeño instante, un minúsculo espacio de tiempo que no podemos desperdiciar, no debemos malgastar. Es un regalo demasiado grande y bello como para despreciarlo.






Recuérdalo cada día y vive cada instante pues solo eso tienes, solo eso tenemos, instantes.






Ah, discúlpame te engañé al principio.


Si me fijé en aquellos dos seres. Les observé detenidamente, les estudié con curiosidad.






Aquel pequeño instante en el que crearon una nueva vida, tu vida, mi vida, la vida de esa persona con la que has cruzado hoy una sonrisa no surgió de un encuentro casual. Se conocían hacía ya tiempo.


Vivían unidos, amándose, las miradas entre dos nos dicen mucho. No se separaron sus caminos después de aquel instante, no se alejaron el uno del otro para seguir como seres independientes y autónomos pues la unión que ya existía entre ellos se hizo más fuerte entre ellos desde aquel momento. Su creación les unió aun mas e intensificó sentimientos y sensaciones entre ellos casi me atrevería a decir que de ser dos seres independientes pasaron a convertirse en un solo ser que disponía de dos cuerpos.






Hoy les he visto de nuevo. Me he quedado observadores, igual que hace ya muchos años.


Muchos.


Casi tantos como los que puede durar una vida. Tantos como un solo instante.






Han envejecido. Sus cabellos han perdido aquellos intensos colores y lucen hoy plateados.


Sus rostros han ido adquiriendo una hermosa colección de surcos y arrugas que les ha ido regalando el tiempo.


Sus cuerpos antes erguidos y esbeltos son ahora enjutos y la edad los ha curvado un poco.


Su agilidad juvenil es ahora parsimonia y el brillo de sus ojos ha dejado paso a una azul palidez pero si te fijas aun ves un destello intenso cuando se miran el uno al otro.






Caminaban despacio, sin prisa por llegar a su destino. Hay un momento en el que la vida nos enseña que nuestro destino esta y estará ahí para nosotros, corramos o no para alcanzarlo.


Les acompañaba cogiéndoles cariñosamente, con un inmenso cariño y amor una persona, una creación capaz de crear a su vez.


Un hombre.


Un niño.


Una mujer.


Una niña.


Yo.


Tu.


Esa persona que cruzó hoy contigo una sonrisa.


Les acompañaba un instante.










Gracias a Adelita, mi maravillosa prima que me regalo la inspiración para este pequeño texto.






Francisco Aguilar.