viernes, 2 de abril de 2010

Duendes, amigos.

A veces la vida (las personas), nos golpean, nos hacen daño y hunden nuestro mundo y sentimos cómo si todo se viniese abajo y perdiese su sentido.



Es duro, muy duro y difícil tratar de reponerse a una herida recién abierta e inesperada. Sólo el tiempo y el apoyo de los que nos aman y están ahí, consigue que podamos volver a ponernos en pie para continuar adelante.


Pero siempre lo conseguimos, siempre.


Las heridas cicatrizan y quedan cómo recuerdo de algo pasado y vivido.


Y hay por ahí pequeños duendes que tienen una misión, apoyarnos aunque sólo puedan hacerlo con palabras y no con un abrazo cómo querrían, pero están, a nuestro lado.


¿Puedes sentirlos?.

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