miércoles, 28 de abril de 2010

Mariposa con mochila

Vuela ..., vuela de un lado a otro, sin parar mas que unos minutos para admirar algo o aprender alguna cosa que guarda en su pequeña mochila sin fondo donde tiene guardados corazones, sentimientos, sonrisas y suspiros. Hasta algún alma va dentro de su pequeño equipaje, de su minúscula mochila.



¿Minúscula?, si, es pequeña y graciosa, muy hippy, adornada con chapitas pacifistas y adornos rescatados de múltiples y variopintos sitios, una flor vieja que nació para un vestido, un candadito que guardó una vez inconfesables secretos (que no querían estar encerrados) de un diario... Pero esa mochilita no tiene fondo, su capacidad es muy engañosa.


Por eso de no ir llamando la atención de los humanos normales se desplaza a ras de suelo haciendo ver que camina cómo los demás cuando en realidad vuela sobre unas graciosas chanclas de cuero que dejan ver unos bellos pies que sólo cuando y quién ella desea, se ve claramente que no tocan la tierra sino que suavemente la acarician de cuando en cuando pues no necesita caminar para ir de un sitio a otro. Tiene sus alas. Bellas y de vivos colores, frágiles pero a la vez maravillosamente fuertes.


Yo me asusté mucho la primera vez que la vi, sentí un miedo desconocido y nuevo. Me di cuenta de que entre toda aquella multitud el único que veía claramente sus alas y que no caminaba sobre el suelo era yo.


La verdad es que intenté escapar, irme de allí corriendo y no volver la cabeza, olvidar que la había visto y continuar mi camino. Pero no pude, me quede allí asombrado ante lo que veía y con un montón de sensaciones extrañas dentro. Miedo, curiosidad, alegría...


Cogió mi mano y me llevó con ella, de paseo me dijo y claro, me dejé llevar.


La observaba de reojo mientras caminaba a su lado y fui descubriendo cosas maravillosas en ella, una mirada curiosísima que ante cualquier tontería de lo más cotidiano, parecía asombrada. Cómo si fuese la primera vez que se cruzaba con un coche verde o jamás hubiese visto a alguien con sombrero. Era la mirada de una niña, asombrada, curiosa y risueña. Si, hay miradas muy risueñas y la suya es de las más.


Miraba su pelo y me apetecía tocarlo, sentía necesidad de tocarlo, pero seguramente que si lo hubiese hecho, se habría evaporado y ya no la habría visto más, así que iba junto a ella, contemplando cuanto podía sin que se diese cuenta y llenándome los ojos de su belleza.


Ah, conocimos a un hada, habíamos parado para descansar (para descansar yo por que ella irradiaba energía) y se acerco a nosotros, comenzó a hablar y con ella y hablaban en un idioma extraño pero crei entender que hacia una predicción y por lo que entendí era una de esas predicciones que contemplan toda una vida, más, contemplan dos vidas. Nunca damos importancia a esas predicciones dichas por hadas callejeras que para terminar de pagarse el carné de hada van vendiendo chucherias por las plazas. No les damos importancia por que parece que dicen las cosas más bien buscando engatusarte para sacarte unas monedas. Pero yo empiezo a creer bastante visto lo visto.


Cómo era de esperar, la chuche que le dio el hada a la mariposa fue a parar a la mochila, allí quedo guardadita junto a mil cosas. Siempre he sentido curiosidad por el contenido de esa mochila, me gustaría vaciarla un día y recrearme en su contenido. Seguro que sería un rato de mucha risa y diversión hacer inventario del contenido. No puedo ni imaginar la de cosas fuera de lugar y sin sentido de guardar para los “normales” que habrá dentro. Algunas veces me da por imaginar que habrá dentro, y pienso que puede haber un dinosaurio de juguete regalado por algún peque a una mariposa simpática que le sonrió un día. Puede haber un pintalabios del color más chillón del mundo mundial y un cordón de zapato, seguro que hay alguna pluma que un día perdió un pájaro haciendo el loco y bombones derretidos. Me juego lo que sea a que también hay dentro de esa mochila un anillito de esos de plástico que encantan a las niñas pequeñas a las que tanto gusta ser coquetas y parecer mayores poniéndose anillitos y pendientes, collares de plástico pero brillantes sintiéndose princesas de cuento enjoyadas y preciosas.


Dentro de esa mochilita hay más cosas, muchísimas más.


Si un día me deja vaciar su contenido y hacer un inventario, a lo mejor os cuento todo lo que hay.


Una cosa si sé seguro que va dentro. Hay algo que no tengo que mirar por que sé que entró en la mochila por su cuenta en el mismo momento en que vi a esta mariposa. Me gusta que esté ahí guardado, sé que está bien cuidado y a gusto.


Es mi corazón.


Te amo.

1 comentario: